Hambre emocional: no intentes controlarla sino entenderla

Imagen de lookstudio en Freepik

Todos sabemos qué es el hambre y qué se siente cuando se tiene hambre. Normalmente es como un vacío en el estómago acompañado en ocasiones de ruidos estomacales y puede llevar acompañado otros síntomas físicos como movimientos intestinales y dolor de barriga o psíquicos como decaimiento, somnolencia, falta de concentración, mal humor…

Generalmente se presenta gradualmente (poco a poco) después de 3 a 4 horas de haber ingerido alimentos pero si una alimentación es lo suficientemente nutritiva, podría darse más tiempo sin pasar hambre (depende mucho de la persona, sus costumbres, su nivel de actividad física, su regulación hormonal…)

El hambre emocional tal como se entiende hoy en día, tiene muy mala fama y hoy vamos a recolocarla. Es imposible comer sin sentir emociones porque todo está conectado. Desde que somos bebés nos alimentamos a través del cuerpo de nuestra madre y se genera un vínculo y conexión imposible de racionalizar.

La comida es cultura, viajes, conexión con nuestros seres queridos, tradiciones, recuerdos, fuentes de cariño y amor… Es imposible separar la comida de las emociones, recuerdos y sensaciones asociadas. Si bien, en nuestra sociedad se suele hablar de hambre emocional cuando se gestionan las emociones a través de la comida como fuente de placer, calma, relajación, felicidad… Esto per se, no es problemático ni patológico, es humano. Pero cuando se vuelve nuestra única fuente de estas emociones tan agradables, puede volverse en nuestra contra.

Es importante diferenciar ese comer de forma emocional por placer, de forma elegida y consciente de una forma de comer que responde más bien a la ansiedad. Podemos comer con ansiedad de forma más compulsiva (sensación de adicción y de no poder parar de comer) en forma de picoteo, de búsqueda constante de «excusas» para comer, hay una desconexión con nuestro cuerpo… Puede aparecer de forma más repentina o puede ser que lleves todo el día pensando en comer «eso que tanto te prohíbes» y cuando empiezas sientes que no puedes parar…

Estamos acostumbrados a oir en sociedad que el hambre emocional se da de forma específica de algún tipo de alimentos que suelen ser de fácil acceso (sin preparación previa necesaria) con lo que pueden aliviarnos de forma inmediata (galletas, chocolate, bollería, pan, embutidos, patatas fritas…) pero la realidad es que también puede pasar con alimentos más nutritivos como la fruta o frutos secos, por ejemplo.

En consulta vemos muchos atracones con cremas de frutos secos combinadas con frutas, yogur naturales, chocolate negro… Estos alimentos los suelen recomendar muchos nutricionistas (que suelen identificarse como realfooders) en sus pautas cuando sus pacientes les hablan de esos momentos de ansiedad y les dan «tips» para aliviarla con comida por ser nutritiva y más saciante.

Por desgracia, esto solo es echarle más leña al fuego ya que el problema nunca está en la comida sino en nuestra relación con ella. Si el problema no era el hambre, la solución no va estar en la saciedad.

Lo primero que podemos empezar a plantearnos respecto a nuestra relación con ese comer compulsivo, con esa ansiedad y/o atracones es:

  • ¿Hay un patrón?
  • ¿Qué sensaciones siento en el cuerpo antes, durante y después?
  • ¿Dónde las siento?
  • ¿Qué he estado pensando antes, durante y después? No pasa nada si no lo recuerdas, es totalmente normal, intenta tener a mano siempre papel y boli para escribir antes de que ocurra para hacer una especie de «instántanea» a tu ansiedad.
  • ¿Qué emociones me han llevado a este desborde/ansiedad?
  • ¿Hace cuantas horas he comido?¿Me he nutrido a lo largo del día? Tanto la restricción física-energética como la mental tienen consecuencias en el descontrol de la comida.

Consiste en estar presente, sin intención de cambiarlo, solo observarlo, curioseando, aceptando lo que es y viendo lo que ocurre, intentando entenderlo.

Es probable que si acabas de empezar a ser consciente de esta dinámica, te sientas con algo de confusión ya que para saberlo, hace falta tener una buena conexión MENTE-CUERPO en la que atender y entender las señales que éste nos manda. Cuando estamos sometidos durante mucho tiempo a dietas estrictas y/o mentalidad de dieta en las que pasamos hambre, nuestra mente desconecta del cuerpo (no de forma literal) como forma de supervivencia para no estar en constante sufrimiento pensando en el hambre, hace oídos sordos a las señales de hambre-saciedad del cuerpo (se desregulan las hormonas que lo regulan). Y de forma prolongada, nos lleva a no saber interpretarlas cuando llegan.

Con respecto al tema del hambre, quiero dejar claro que si pasas hambre en tu forma de alimentarte porque te han inculcado que eso es lo sano o lo correcto o porque crees que es la única forma de adelgazar… Estás cavando tu propia tumba porque es el pez que se muerde la cola. Cuanta más hambre pasas, más ansiedad te generas, más acabas comiendo, más te desregulas, más sientes que has perdido el control y vuelves a controlar y restringir y vuelta a empezar. Es importante encontrar un equilibrio en tus hábitos para darle a tu cuerpo (alegría macarena) energía de forma que no viva en escasez y sea eficiente en su respuesta.

Si tenemos hambre es porque el cuerpo tiene la sensación de déficit de energía y el cerebro manda la orden de que necesitamos añadir combustible o recargar energías. Sin embargo, a veces confundimos el hambre con las ganas de comer (totalmente lícitas) y otras con la ansiedad por comer y desconectarnos de nosotrxs mismxs y nuestro cuerpo.

Veo importante aquí remarcar las diferencias entre:

¿Cómo podemos empezar a trabajar a nivel psicológico?

  1. Identifica y analiza las situaciones, contextos, precedentes… en los que sientes la ansiedad y los episodios de comer emocional o compulsivo o de atracones. Si no ha pasado nada en el mismo día, busca hacia atrás. Si no encuentras nada, seguimos con otras pautas pero si encuentras algún indicio o acto concreto que te haya trastocado, anótalo en una lista y añade cómo te sentías previamente a comer y cómo te has sentido después. ¿Ha solucionado tu problema? Ahí tenemos que trabajar.
  2. Deja el control y el perfeccionismo a un lado. Si siempre estás en continua tensión controlando que todo salga bien, intentando llegar a todo… A la mínima que algo salga de tus planes, te descolocará y frustrará. Y la vida es eso que pasa mientras hacemos nuestros planes por lo que las frustraciones, el cansancio, el decaimiento… Llegarán. Aceptemos que no podemos estar en todo ni tenemos por qué hacerlo. Delega tareas, pide ayuda, comparte con los demás… No intentes cargarte tú solx el peso de otros. Créate prioridades y no des el 100% de ti constantemente porque las energías que empleas en ello no son infinitas y no necesitas hacerlo por nada ni nadie. No tienes que demostrarte nada ni a ti ni a nadie. Aplicado a la relación con la comida es importante que te deshagas de la cultura de dieta que es restrictiva y dicotómica y no da lugar a la escucha y flexibilidad que necesitas para mejorar tu relación con la comida y contigo mismx.
  3. Alivia tu estrés y busca momento de relax: puedes hacerlo con respiraciones profundas o algún tipo de meditación, aceites esenciales… Quizás solo necesitas dormir y parar un poco el ritmo. Puedes darte un baño o una ducha de agua caliente… Salir a pasear, hacer planes para un viaje… Despeja tu mente y libérate completamente de esos pensamientos que te ahogan cada día y no te dejan respirar…
  4. Busca otras fuentes de placer que no sean la comida. Aunque comer sea uno de tus mayores placeres (no tiene nada de malo) puedes buscar otros para que no sea el único y no volverte dependiente de él. Buscar otras aficiones y pasiones. ¿En qué otras cosas estarías pensando si no estuvieras 24/7 pensando en comida?
  5. Aprende a gestionar tus emociones: Si estás realmente mal o sientes un vacío, depresión, enfado, rabia… No lo evites. Afróntalo. Atraviésalo. La palabra emoción etimológicamente significa perturbar, movilizar… Busca una solución a ese problema, siente la incomodidad, pide ayuda, apóyate en profesionales, en tus seres queridos… No pienses que estás solx porque nadie nos enseña a atravesar ciertas situaciones vitales que nos dañan y generan traumas y malestares muchas veces que se quedan en el inconsciente porque (inicialmente) no somos capaces de sostenerlos y atravesarlos… Pero todo tiene su momento, quizás este no es el tuyo y necesitas la comida como salvavidas, bien aplicado está. Date tu tiempo, cuando lo necesites aquí estaremos para darte la mano y ayudarte a salir de esa oscuridad y la comida pasará a un segundo plano…
  6. Practica Mindful eating o alimentación consciente tanto durante el día como si al final tienes ese momento de comer emocionalmente. Generalmente, con las prisas y el ajetreo del trabajo y todas las obligaciones, hacemos todas las comidas rápido y corriendo pensando en mil cosas menos en disfrutar de la comida.
    La comida es una fuente de placer y accedemos a ella a diario, ¿por qué no disfrutar cada uno de esos bocados y no esperar al momento de ansiedad para comer eso que tanto nos gusta? Debemos ser conscientes de lo que comemos en cada momento, evitando las distracciones a la hora de comer y disfrutando del proceso desde el inicio (cocinando y preparando la comida) hasta el final (acabar con una buena sensación).
    Ser plenamente conscientes de qué es lo que hacemos en la hora de la comida nos ayudará a gestionar nuestras emociones frente a ella y disfrutarla al máximo para no tener la sensación en el inconsciente de no haber comido ni disfrutado de ello. Además así, te sacias cuando tu cuerpo necesita y evitas la alimentación automática. Intenta prevenir antes que curar, cuando comas, no lo hagas rápido, para, disfruta, deléitate en ello. No por comer más rápido y que no te vea nadie o no tengas la sensación de haberlo comido/disfrutado vas a hacer que no haya pasado…
  7. Busca ayuda si crees que necesitas ayuda en este proceso. No tienes porqué hacerlo solx, que no te dé vergüenza. Hay casos en los que está tan automatizado que no puedes llegar a pararlo y es normal porque se desactiva la parte prefrontal del cerebro. Otros en los que se trata de algún tipo de respuesta al trauma más compleja… Cada persona es totalmente distinta y en nuestro equipo estamos totalmente preparadas y especializadas para ayudarte sea cual sea tu caso. Puedes leer más sobre nuestros packs de psiconutrición aquí.

Para finalizar, creo que es importante recordar todos los tipos de “hambres” que pueden existir como fuente de alimento y nutrición de nuestro Ser como persona: hambre de AMOR, hambre de PLACER, hambre de sentido de PERTENENCIA, hambre de SEGURIDAD, hambre de REALIZACIÓN PERSONAL… de aceptación, apoyo, comprensión, afecto, diversión, reconocimiento, conocimiento, creatividad, inspiración, vocación, sentido de vida, retos, trascendencia, libertad, paz interior…

¡Hay tantas hambres que quieren ser saciadas dentro de ti! Y eso es bueno, es motor para que te muevas y consigas lo que necesitas para encontrar calma en tu interior y vivir una vida plena a pesar de los vaivenes. No pretendas tenerlo todo en todo momento y para siempre porque es insostenible. La vida son etapas y es maravilloso ir viviendo aceptando lo que nos va tocando y aprendiendo en el camino. Al igual que la felicidad, son pequeños momentos y no un estado permanente, con la comida puede ser que tengas etapas y ojalá te atrevas a navegarlas para ver cuánto puedes aprender de ti a través de ellas…

Abrir chat
¡Hola! Bienvenida a Kokoro Psiconutrición.

¿En qué podemos ayudarte?